Para concluir este artículo, me permito mencionar algunos de los rasgos que podrían servir para caracterizar la creatividad polinizadora aplicada a las políticas públicas. Tres de estas características corresponden a tres principios de la polinización: generar mejoras permanentes (principio de evolución y pervivencia); carácter socializador (principio de cooperación). Aquí destacaría el carácter humano sobre el técnico o material; Equilibrio entre la tendencia a la unidad y a la diversidad (Principio de complementariedad) Los opuestos terminan siendo complementarios en algún momento, como la onda y la partícula, el día y la noche, la luz y la sombra, el blanco y el negro, ... Los opuestos son una forma de categorizar la realidad. Estos tres principios debieran regir las actuaciones de las políticas públicas. Generar mejoras que se mantengan en el tiempo, que vayan más allá de los periodos de gobiernos de los dirigentes. Ello se consigue con el diálogo y cooperación interinstitucional y entre partidos políticos. Es preciso terminar con leyes d que cambian al cambiar el partido político dominante por falta de diálogo y consenso. Y en tercer lugar conjugar lo global con lo local; lo colectivo con lo individual, porque no existen contrarios, sino complementarios desde una mirada compleja de la realidad. A ellos debo añadir rasgos como la flexibilidad en las actuaciones. Esa flexibilidad a la hora de tomar decisiones supone sopesar ventajas e inconvenientes y no aplicar las leyes o reglas porque así están establecidas. Valorar el factor humano por encima del material. Es la capacidad de adaptación teniendo en cuenta las circunstancias. Novedad en los planteamientos es avanzar con propuestas nuevas, diferentes a las existentes siempre que conlleven valor. No vale lo nuevo por ser nuevo ni lo joven por ser joven. Ha de ir acompañado de valor social. Colaboración durante todo el proceso. Las genialidades individuales son la excepción. Los avances suelen venir de la cooperación, tomando como base aportaciones anteriores. Es por ello por lo que la colaboración es clave en la subsistencia celular y en la política. Para el genetista Bruce Lipton (2007), la agrupación celular resulta fundamental para su subsistencia. La supervivencia no está en el dominio del más fuerte, como proponía Darwin, sino en la agrupación y cooperación. El resultado de esta forma sabia y creativa de proceder en políticas públicas (fructificación) es dejar marcas constructivas. Esas marcas son como el polen que liberado va transformando la sociedad evolutivamente. Esas marcas o huellas se perpetuán, generación tras generación, contribuyendo al bien común en forma creación de servicios, de instituciones o entidades culturales, educativas, artísticas, jurídicas, de salud; en nuevas construcciones al servicio del ciudadano. La polinización, escribe Vetterlein (2024),  tiene un papel fundamental en la ecoformación, En suma, contribuyen al progreso real de la sociedad.